Las estrellas son motores de energía que producen luz, rayos ultravioleta y otras formas de radiación. Están compuestas de gas y plasma, un estado de supercalentamiento de la materia compuesta de partículas subatómicas. Aunque la estrella más conocida, el Sol, existe en solitario, tres de cada cuatro son parte de un sistema binario compuesto por dos estrellas orbitando mutuamente.
Pero, seguramente, alguna vez te has preguntado por qué parpadean y la respuesta es sencilla. Es debido a la distorsión que nuestra atmósfera produce sobre los rayos luminosos que nos llegan de ellas.
A medida que la luz de una estrella va atravesando cada una de las capas de la atmósfera terrestre, se va refractando y cambiando de dirección, puesto que cada una de estas capas tiene turbulencias, temperatura y una densidad diferente, motivo por el cual parece que titile. Esto se denomina centelleo atmosférico.
Te podría interesar
Existen, no obstante, un tipo de estrellas que realmente cambian la intensidad de su brillo de forma periódica: se trata de las cefeidas. Este tipo de astros es capaz de variar su temperatura a raíz de contracciones y expansiones de su propio radio entorno a un valor medio.
De esta forma, la contracción de la estrella haría aumentar la temperatura de las regiones centrales de la estrella, consiguiendo aumentar el número de reacciones nucleares en la superficie, y así la energía y luminosidad emitida. Tras la expansión, la estrella se enfría, disminuyendo su luminosidad conjuntamente.