Tener a Juan Manuel Arpero es un tesoro para México y un lujo para Querétaro. El ex primer trompetista de la Orquesta Sinfónica Nacional de México entre 1976 y 1990, creador y gestor de un lenguaje mexicano, enseña y se adentra en las raíces en busca de un sonido del Bajío, una expresión queretana basada en sus raíces culturales.
Desde la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), en la cual Juan Manue Arpero es maestro, destaca a la tradición musical de las bandas, las que abundan en la región del centro del país y que a partir de la polka de concierto sentaron las bases para surtir a las grandes agrupaciones musicales, desde el inicio del siglo veinte hasta la fecha.
“El aliento para los instrumentos de viento llega del centro del país; de Guanajuato, Querétaro, Michoacán, Jalisco y San Luis Potosí, estos estados nutren y son el semillero de músicos de metal para México”, Juan Manuel Arpero.
Un defensor del sonido de México
Juan Manuel descubrió que el futbol no era lo suyo, prefirió acercarse a su padre Felipe Arpero, quien era el director de la Banda de Villagrán y no sólo se encargó de abrirle los ojos, los cinco sentidos se armonizaron con el mundo de la música.
Defensor, promotor de la música mexicana y del sonido de México, Arpero nos habló del “Olimpo” de la trompeta mexicana, la cual ubicó en tres grandes escuelas. En la primera encumbró a Rafael Méndez, “el más grande trompetista de todos los tiempos” y cuya imagen tiene colgada en su oficina en la Facultad.
En un segundo lugar colocó a Miguel Martínez, el primer trompetista que apareció en un mariachi. “Hoy sería imposible entender al mariachi sin la trompeta”, agregó.
El maestro Felipe León fue ubicado en esa lista, ya que desde los escenarios sinfónicos grabó las primeras versiones de Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Blas Galindo y José Pablo Moncayo.
Para muchos, Juan Manuel Arpero es parte de ese grupo de virtuosos y comparte el podio junto a esos grandes “metales” mexicanos.
En la búsqueda por encontrar un lenguaje musical en el país organiza en la Universidad Autónoma de Querétaro el Concurso Internacional de Trompeta El Sonido de México, el cual se retomará el siguiente año para seguir manteniendo a nuestro país como una potencia mundial de la trompeta.
A qué suena México
México es potencia mundial y el Bajío es quien la impulsa, pero al preguntarle al maestro Arpero a qué suena México, sin tomar aliento, y recordando que en sus pulmones caben varias sinfonías, enlistó a distintos elementos de la cultura nacional.
“Suena a la lengua, a los efectos del aire, a las pronunciaciones, a la fonética, a los alimentos, a las regiones, al clima tan variado, a su gran riqueza por sus fiestas y costumbres, ya que somos ricos en tradiciones, esto es lo que nos hace una gran potencia del sonido de trompeta en el mundo”, afirmó quien diera vida y dirigiera a la Orquesta Sinfónica de Puebla.
Con 66 años de edad y 60 dedicados a la música, época que divide en distintos momentos, una vida que lo ha llevado de la banda de Villagrán, a la Orquesta de las Américas, a ser la primera trompeta de la Orquesta Sinfónica Nacional de México por 17 años, a llevar el valor musical de la tierra por más de dos décadas al Festival Cervantino, a ser director de orquesta en Puebla, en Durango, ser compositor de sinfonías, acompañar a Juan Gabriel en el histórico concierto de Bellas Artes y ser músico de Luis Miguel en sus momentos de esplendor.
“Yo me considero un músico clásico, pero la música popular bien tocada es una delicia”, compartió Arpero, quien compuso la suite “El Sonido de México”, inspirada en tres aves emblemáticas; el colibrí, el cenzontle y el águila real, obra que va de menos a más y que aún no es interpretada.
Todo ese bagaje acumulado en sus pulmones le permiten afirmar que el corazón es clave para hacer música, vocación que ahora comparte a los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la UAQ, en donde se está dando un momento lleno de talento musical en compañía de los maestros Eduardo Núñez, Alonso Hernández, Juan Alzate, entre otros.
“Donde falta el tecnicismo funciona el corazón, que expresa lo que la técnica no puede explicar, lo que permite el surgimiento de un nuevo lenguaje”, por lo que en ocasiones llega la duda de llevar la tecnología a las zonas donde el talento natural es alimentado por el alma del músico.
Juan Manuel Arpero ha entregado su alma a la música, la que sale desde su instrumento, pero viene desde el corazón. Sigue tocando, pero ahora comparte sus conocimientos basados, sí en la técnica, pero recordando que la trompeta se toca con el alma, con el aliento, de la necesidad que hay por respirar y exhalar el aire en forma de dibujos que colorean a la identidad de la música mexicana.