Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador dice casi a diario que respeta completamente la no intervención y la libre autodeterminación de los pueblos y que no le gusta la injerencia en los asuntos políticos de otros países, en la realidad su política exterior dista mucho de ser respetuosa.
Con la crisis política que vive actualmente Perú, el discurso de este gobierno ha sido de absoluto involucramiento, de no respetar a la actual mandataria Dina Boluarte, del ofrecimiento de asilo al depuesto mandatario, actualmente preso y del no reconocimiento al actual mandato.
El más reciente raspado con esta postura es el embajador de México en suelo peruano, Pablo Monroy Conesa, a quien declaró el gobierno peruano persona “non grata” además de exigirle que deje el país.
La razón fue: “por las reiteradas expresiones de las más altas autoridades de ese país sobre la situación política del Perú, que constituyen injerencia en nuestros asuntos internos”. ¿Así o más claro?