Cuando en 2014 Ciro Murayama llegó a un recién creado Instituto Nacional Electoral, impulsado por Luis Miguel Barbosa, se presentó como un consejero plural y de consensos, de izquierda y abierto al diálogo. Pero, a siete años de esa designación, la figura del economista (en funciones de experto en democracia) es diferente: un rival declarado del actual gobierno federal y, en específico, de los tres Poderes de la Unión.
Dicen que, más que un fiel escudero de Lorenzo Córdova, presidente del INE, Ciro es el responsable de mantener vivo el encono hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador, y de diseñar estrategias de confrontación que, más que defender la democracia, ponen en vilo la supervivencia del instituto ante una mayoría parlamentaria morenista.
Se agradece el contraste que Murayama hace a un presidente con abundantes tendencias de dictador, pero se espera también de un demócrata que pueda hacer más con menos, sobre todo cuando la tecnología ha demostrado en el mundo que puede reducir los costosos procesos electorales que seguimos desarrollando en el país.