Por primera vez en la historia se encontraron rastros de microplásticos en nieve recién caída del continente antártico; esto podría acelerar el derretimiento de nieve y hielo del lugar, lo cual afectaría toda la vida de ese ecosistema y la de todo el planeta.
Una estudiante de doctorado de la Universidad de Canterbury llamada Alex Aves publicó los resultados de su investigación en la revista científica The Cryosphere, bajo la supervisión de la doctora Laura Revell.
Aves recolectó 19 muestras de nieve recién caída en el inmenso campo de hielo en la Antártida conocido como la Barrera de Hielo Ross. En el pasado ya se habían encontrado microplásticos en el mar de la Antártida y su superficie, pero no esperaban encontrarlos en este sitio:
“Éramos optimistas de que no encontraríamos ningún microplástico en una ubicación tan prístina y remota”, reconoció.
Revell le pidió a Aves que también tomara muestras de lugares donde ya se habían detectado los microplásticos, de esta manera, por lo menos podría estudiarlos en caso de no encontrarlos en la Barrera de Ross. Sin embargo, de las 19 muestras que tomó en el lugar, todas contenían rastros de contaminación, lo que preocupó a la estudiante:
“Es increíblemente triste, pero encontrar microplásticos en la nieve fresca de la Antártida resalta el alcance de la contaminación plástica, incluso en las regiones más remotas del mundo”, contó.
Aves pudo calcular que por cada litro de nieve derretida se encontraron en promedio 29 partículas de microplásticos, niveles que son más altos que los de otras áreas estudiadas en el pasado con mayor detalle. Se encontraron 13 distintos tipos de plásticos, el PET siendo el más común de ellos.
Los investigadores dicen que dichas partículas han viajado por miles de kilómetros en el aire hasta llegar al lugar. Revell dijo que otra teoría puede ser la misma presencia de humanos en la Antártida:
“Había una foto que encontramos de algunas banderas marcadoras que se usan para orientarse alrededor de la base. Esos colores coincidían con los microplásticos de colores más comunes que encontramos en el medio ambiente”, detalló.
En una investigación previa de Revell, la científica comprobó que los microplásticos en la atmósfera pueden encapsular radiación emitida por la Tierra y, por ende, contribuyen al cambio climático. Los microplásticos de color obscuro que yacen en superficies hechas de hielo absorben mucho más calor, acelerando aún más el derretimiento.