La erupción del sábado pasado desencadenó un tsunami que arrasó la isla de Tonga, donde viven 105 mil personas, ocasionando una crisis de agua potable.
Cruz Roja Internacional informó que sus equipos en Tonga habían confirmado que el agua salada del tsunami y las cenizas volcánicas estaban contaminando las fuentes de agua potable de decenas de miles de personas.
“Garantizar el acceso al agua potable es una prioridad crítica e inmediata (…) ya que hay un riesgo creciente de enfermedades como el cólera y la diarrea”, dijo Katie Greenwood, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Nueva Zelanda dio a conocer que Tonga, uno de los pocos países libres del coronavirus, aceptó recibir dos de sus barcos, el Aotearoa y el Wellington con cargamentos de agua potable, pese a la preocupación por la importación de un brote de Covid-19 que agravaría su crisis.
El volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai entró en erupción a unos 65 kilómetros de la capital tongana, creando olas de hasta 15 metros que golpearon el grupo de islas exteriores de Ha’apia, destruyendo todas las casas de la isla de Mango, así como la costa oeste de la isla principal de Tonga, Tongatapu, donde 56 casas quedaron destruidas o gravemente dañadas, según la oficina del primer ministro.