La artritis es una enfermedad inflamatoria que afecta las articulaciones, causando dolor, rigidez y dificultad para moverse. Aunque existen tratamientos médicos efectivos, muchos pacientes buscan alternativas naturales que complementen la terapia tradicional. En este contexto, hay una planta medicinal que ha ganado reconocimiento por su potencial para aliviar sus síntomas.
La cúrcuma (Curcuma longa) es una planta de la familia del jengibre, cuyas raíces se utilizan comúnmente como especia y remedio medicinal. Su principal compuesto activo, la curcumina, posee propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que han sido estudiadas ampliamente por la comunidad científica.
Diversas investigaciones sugieren que la curcumina puede inhibir moléculas inflamatorias como las citocinas y enzimas relacionadas con procesos inflamatorios crónicos, como los que se presentan en la artritis reumatoide y la osteoartritis.
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Estudios clínicos han demostrado que la cúrcuma puede ayudar a reducir el dolor y mejorar la movilidad en personas con artritis. En algunos casos, sus efectos han sido comparables a los de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs), pero con menor riesgo de efectos secundarios, como problemas gastrointestinales.
Así se debe usar esta planta contra la artritis
Sin embargo, para que la curcumina tenga un efecto significativo, se recomienda consumirla en dosis adecuadas y acompañada de pimienta negra, que mejora su absorción en el organismo.
El uso de esta planta como suplemento debe ser supervisado por un profesional de la salud, especialmente si el paciente ya está tomando medicamentos. Aunque es natural, no está exenta de interacciones con fármacos o posibles efectos adversos si se consume en exceso.
Además del consumo en cápsulas o polvo, la cúrcuma puede incorporarse en la dieta diaria mediante infusiones, caldos, batidos o como condimento en platillos. Su sabor terroso y color amarillo intenso la hacen versátil en la cocina.
J.R