El ser humano ha creado diversos robots humanoides cuya inteligencia artificial les permite realizar actividades mecánicas e incluso simular cierto nivel de conciencia y de sentimientos.
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El doctor Carlos Gershenson, investigador del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, refirió que hay diferentes tipos de Inteligencia Artificial, los cuales clasificó como:
- Sistemas de inteligencia artificial en software.
- IA en hardware, que básicamente son robots. Los que tienen formas humanoides son burdas imitaciones de lo que casi cualquier animal puede hacer.
- IA para la representación simbólica del conocimiento y manejo de reglas lógicas.
- IA que usa modelos que se conocen como “conexionistas” y son abstracciones similares a las propiedades que tienen los sistemas nerviosos.
Hay inteligencias artificiales que hacen “cosas para las que nosotros no somos buenos”. Tienen distintas aplicaciones y es difícil decir que una es mejor que la otra, porque cada una es buena para ciertas tareas.
Un chabot de Google dijo sentir miedo a la muerte, pero ¿es posible que una IA tenga conciencia y sentimientos?
Marvin Minsky, considerado uno de los fundadores de la IA por libros como La sociedad de la mente, sostiene que la pregunta no es si una máquina inteligente puede tener sentimientos, sino si una máquina puede ser inteligente si no tiene sentimientos.
Las emociones pueden verse como moduladores de comportamiento, sea en un animal, una persona o en una máquina. Su reacción ante una situación va a depender en parte de su emoción.
Reaccionar de una u otra manera según la emoción es parte de la flexibilidad de la inteligencia. Varias aplicaciones consideran este postulado.
El investigador Gershenson agregó que, por un lado, simulan emociones en sistemas artificiales; por otro lado, a través de la conversación del “cómputo afectivo”, tratan de detectar emociones de los usuarios para interactuar mejor con ellos.
Imitación de la conciencia
No hay un consenso sobre qué es la conciencia. En general, es tener cierta percepción del entorno. Pero no hay que confundir esa capacidad de sentir —sentir hambre, calor o frío— con la autoconciencia —reflexiono sobre quién soy y qué hago en este mundo—.
La comunidad científica está de acuerdo en que en las respuestas del chatbot de Google LaMDA “no hay conciencia realmente. Simplemente es una imitación”.
Están construidos para darnos la impresión de que tienen una conversación útil o interesante, pero no es que haya algo más detrás de eso; no son conscientes.
Siri y Alexa son ejemplos de asistentes automatizados o asistentes personales que son interfases a sistemas de cómputo. Permiten una interacción vía voz, en vez del teclado. Es más cómodo que Alexa ponga mi música favorita, por ejemplo. Aunque a veces no entienden bien la voz.
Si este tipo de asistentes se vuelven más sofisticados, podrían ser un apoyo terapéutico. No sólo asistentes de software, sino también robots, podrían ayudar a una persona con depresión o a niños autistas.
En países como China, que se está convirtiendo en líder mundial en inteligencia artificial, se desarrolla toda esa tecnología, mientras que países como México “sólo somos consumidores”.