Durante la pretemporada de la Fórmula 1 a varios expertos les parecía difícil calcular el éxito del nuevo sistema de reducción (DRS), pero tras el Gran Premio de Bahrein la batalla entre Charles Leclerc y Max Verstappen quedó como ejemplo de la eficacia de la nueva tecnología.
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El DRS es un dispositivo que introdujo la Fórmula 1 en la temporada 2011 con el propósito de reducir la carga aerodinámica de los monoplazas y así aumentar su velocidad para facilitar los adelantamientos.
Durante la carrera de este domingo, el ejemplo más claro de la eficiencia del DRS fue cuando el de Mónaco intentó alejarse del holandés con más de un segundo de ventaja para evitar que Max utilizara este sistema para alcanzarlo en la primera curva.
Leclerc no siempre logró conseguir esa distancia, en cuanto el Red Bull se posicionaba detrás de él en la recta antes de esa primera curva se apreciaba la velocidad en cada ocasión que el DRS era empleado en contra del Ferrari.
Las llantas también fueron noticia tras el Gran Premio, principalmente porque al principio del año el único proveedor de neumáticos para la Fórmula 1, Pirelli, informó que construiría llantas más duraderas, para que en las carreras solo se necesitara una parada. Pero lo ocurrido en Bahréin cuenta otra realidad.
Todos los pilotos se quejaron en algún punto de las 57 vueltas sobre la degradación de los neumáticos, sin importar el compuesto que estaban utilizando. Muchos de los equipos se vieron forzados a implementar una estrategia de tres paradas, cuando normalmente se está acostumbrado a sólo dos.
El gran problema que ha mostrado la mayoría de los equipos a lo largo de la pretemporada y este primer evento es el ya famoso “porpoising”. La forma más fácil de identificarlo es viendo los nuevos autos botando constantemente mientras transitan.
Este efecto se produce cuando la carga aerodinámica generada bajo el auto se ve afectada por las altas velocidades. Los saltos pueden deberse a un cambio de presión entre la parte alta y baja del coche, el roce con el suelo o las irregularidades en el asfalto, causando que el alerón delantero suba repentinamente.
Antes de la carrera uno de los grandes retos para todos los equipos fue reducir este efecto que estaba afectando los tiempos y la manejabilidad de los autos. Algunos equipos como Ferrari y Red Bull lograron reducir sustancialmente el problema, mientras que equipos como Mercedes, parecían rebotar más que el resto a lo largo del Gran Premio.